domingo, 23 de enero de 2011

EL CIELO EMPEZABA A PONERSE ROJO.

EL CIELO EMPEZABA A PONERSE ROJO.

El cielo empezaba a ponerse rojo. Iba a salir la luna. Mi perro caminaba junto a mí por el camino polvoriento. Los grillos empezaban su concierto.
Me senté en una piedra, abrí mi cuaderno, Chiqui se tendió a mi lado.  Con la luz de la luna escribí:

Oh, valles, paraísos maravillosos he construido en ellos
en los que  han crecido mis sueños;
ahora me levantáis muros tan altos
que, cuando intento huir, ¡no puedo!
No me siento libre por que pueda sentarme en una piedra
y alzar mis ojos al cielo.
¿Por qué no alcanzo sus paredes, las rompo y salgo de ellos?
No quiero tanta soledad. ¡Necesito romper mi silencio!

De vuelta a casa, la luna, el perro y mis pensamientos.


PD. Conseguí “romper el muro imaginario”  Sigo soñando y continúo persiguiendo mis sueños. Los valles no tenían intención de retenerme, ahora lo entiendo, me empujaban para que sintiera la necesidad de conocer otro mundo y por eso no me lo ponía fácil. En ocasiones no vemos por qué ocurren las cosas pero hay que saber esperar mientras se sigue caminando. Yo se que los valles me protegen, la naturaleza me da vida.

Tina

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