domingo, 16 de enero de 2011

LA ENCINA DE LOS POBRES EN EL VALLE DE ALCUDIA

Estas dos imágenes me traen muchos recuerdos.
Me críe en este campo, ¡¡jugué tantas veces en esta encina!! Yo trepaba por esas ramas que tocan el suelo y de repente ya no estaba ahí, me había trasladado a un escenario de un teatro en el que interpretaba un personaje, soñaba con aplausos y los escuchaba. En otras ocasiones me trasladaba a un edificio alto en la ciudad y la parte del tronco que se separa en dos, era mi hogar lejos del campo del que quería marcharme en esos años. Bajo su sombra en verano y a su cobijo en invierno esperábamos al único autobús que pasaba al día para ir al pueblo a trece kilómetros.

¿Por que la llamábamos la encina de los pobres? Cuando la carretera no existía aún y solo era camino se viajaba en carros, en burros, a caballo. Entonces había que hacer descansos de día o de noche y era común que bajo sus grandes ramas se hiciera un alto para descansar. Yo llegué a conocer caravanas de gitanos que acampaban en ella.

Viví en el campo hasta bien mayor, allí soñé otros mundos y luché para conocerlos pero sigo necesitando el campo, mis raíces, para ser yo misma, para reencontrarme y fundirme con mis raíces, para ser mejor persona. En comunión con la naturaleza.
Otro día os contaré más.

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